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Siempre que se cumplen ciclos se tiene la oportunidad para pensar en el camino recorrido.

En este momento, justo cuando me encuentro en una interesante transición, voy vislumbrando poco a poco el camino por el que han pasado mis pies, dejando huellas sobre el polvo, huellas que eventualmente irán dejando de existir...

Tengo que aceptar que nunca había tenido tantos festejos en el pre-cumpleaños.

Para iniciar fue mi viaje a Guanajuato. Nada mejor que alejarse de la ciudad para poner las cosas en perspectiva y no querer regresar.

(Anfiteatro cerca de la mina El Rosario)

(Preciosa vista desde el mirador)

(Juan Pèrez en foto de postal)

La fuente del patio en la casa Diego Rivera.

El camino de ida y regreso me permitió saber que es mejor (para mí) el viajar de noche por la carretera que de día... independientemente del hecho de que casi nos matamos a la entrada de León, de los fantasmas que se aparecen en la carretera y los peatones que gustan de atravesar en los momentos menos oportunos... manejar de noche es lo mejor.

Ha sido el viaje más relajante y cansado de mi vida. Lo mejor de todo fue la compañía, Mirna, quien es sin duda la mejor copiloto que he tenido.

La última semana he salido, comido, disfrutado y parrandeado como nunca, todo gracias a Mirna, quien insiste en seguir festejando a pesar de mis constantes quejas...

Un cumpleaños puede ser un día más, o toda una aventura... yo esperaba lo primero de este día y terminó siendo lo segundo.

Reportando desde el sexto círculo del infierno: Gandermaster