Sentir en un segundo que tu vida entera se convierte en frágil cristal y con el toque de una simple palabra se desquebraja y se riega a lo largo del piso de madera.
Pedacitos de mí desperdigados debajo de la cama, entre los muebles y algunos aventureros volando a través del balcón de mi cuarto.
Hoy me encuentro poco a poco intentado reconstruirme a partir de lo que alcanzo en el piso.
Nuevamente, a través de insufribles horas de juntar meticulosamente cada pequeño fragmento de mí, por fin puedo vislumbrar el fruto de mi esfuerzo... un montículo de polvo y cristal envuelto en un imperceptible manto sombrío de duda y ansiedad.
Música para acompañar el texto.
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