Las sombras de la duda y la ansiedad me envuelven en su delgado y fino manto, apenas perceptible por aquellos que pasan a mi lado.
Sentir en un segundo que tu vida entera se convierte en frágil cristal y con el toque de una simple palabra se desquebraja y se riega a lo largo del piso de madera.
Pedacitos de mí desperdigados debajo de la cama, entre los muebles y algunos aventureros volando a través del balcón de mi cuarto.
Hoy me encuentro poco a poco intentado reconstruirme a partir de lo que alcanzo en el piso.
Nuevamente, a través de insufribles horas de juntar meticulosamente cada pequeño fragmento de mí, por fin puedo vislumbrar el fruto de mi esfuerzo... un montículo de polvo y cristal envuelto en un imperceptible manto sombrío de duda y ansiedad.
Mi padre era el que llegaba de trabajar mugroso y oliendo
feo, nos llevaba apurados por la mañana a la escuela, con sus grandes zancadas que
nos obligaban a seguirle el paso corriendo. Era el que nos regañaba cuando nos portábamos
mal y cuando hacíamos algo realmente malo nos corregía con mano dura y sin remordimiento.
Era al último que quería ver a primera hora de la mañana y
al último que me interesaba ver al final
de la noche. Por muchos años mi papá fue el tirano de mis cuentos… pero siempre
estuvo ahí.
Tengo que admitir que durante mi infancia mi padre nunca fue
mi héroe, no reconocía cosas que quisiera emular y más que respeto lo que hasta
cierto punto me inspiraba era miedo.
Conforme fueron pasando los años mi padre se convirtió más
en una figura decorativa de mi casa. Si necesitábamos algo corríamos con mi madre
y él sólo estaba ahí… sólo estaba ahí.
Nunca tuve grandes ni profundas conversaciones con él y
mientras fui creciendo me fui dando cuenta que no teníamos tantas cosas en
común. A pesar de que tuvimos la oportunidad de estar juntos mucho tiempo, pues
en varias ocasiones trabajé para él como chalan de tablaroquero, nunca me sentí
enteramente conectado con ese hombre que, por alguna razón, amaba ese trabajo
obrero que yo tanto detestaba…
Y pasaron los años y pasó la vida y yo siempre juré que no
quería ser como aquel hombre sucio que llegaba a casa a recostarse y dormir
temprano. Ese hombre que era tan diferente de mí y con el cual sólo compartía
el techo y la aberración al fútbol…
Pero esos pensamientos hace mucho que se fueron, porque fue
el mismo pasar de los años los que me mostraron que él siempre estuvo ahí… en
las buenas y en las malas, siempre estuvo con nosotros. Tal vez como ese mueble
de la sala que nadie mueve y parece que nos observa a todos, pero no dice nada…
así era mi padre, silencioso y expectante.
No tengo palabras suficientes para arrepentirme de todo lo
que sentí en su momento, mas no lo hago porque fue esa ceguera la que ahora,
cuando es realmente importante notarlo, me permite ver al gran hombre que ha influenciado
mi vida desde el momento en que recibí el mismo nombre que él, y mucho antes
que eso.
Hoy vengo a escribir para honrar a Gustavo González
Martínez, el hombre que nos llevaba apurado por las mañanas a la escuela porque
tenía que regresar a desayunar para irse a trabajar. El que se esforzaba hasta
el cansancio para hacer las cosas rápido y bien en lo que mejor sabía hacer,
que es su oficio. El que llegaba por la noche cansado y sudoroso a descansar
para recuperar fuerza para el siguiente día. El que nos mostró la importancia
de ser buenos y nos inculcó que actuar mal siempre viene con una consecuencia…
El que tuvo un padre alcohólico que lo corrió de su casa
cuando era joven. El que a pesar de vivir en una de las zonas más marginales de
su tiempo no se dejó influenciar por las malas compañías y encontró en Krishna
una manera de mantenerse a raya de los problemas.
Ese hombre al que le debo el gusto por el ajedrez, los videojuegos,
Jethro Tull y Pink Floyd. El que me enseñó que no es lo que eres en la vida lo
que importa, sino cómo vives ese tiempo que los dioses te regalaron. Ese hombre
que me invitó a probar lo difícil que es ganarse la vida sin estudios e hizo
todo lo que estuvo en sus manos para que no corriéramos con su misma suerte. El
que en algún extraño y lejano momento dijo en una conversación: “yo quiero que
mis hijos sean mejores que yo”. Ese hombre es mi padre. El que quiere que
seamos mejores, el que quiere que seamos felices. Ese hombre que a pesar de los
malos momentos, de las malas rachas y las pésimas… siempre estuvo ahí, nunca
nos abandonó.
Tengo tanto que aprender de mi padre… a pesar de todos sus
errores y defectos, me gustaría llegar a ser la mitad del hombre que es él.
Hace mucho tiempo que no escribo nada por aquí… de hecho
hace mucho tiempo que no escribo nada en ningún lado. Han pasado tantas cosas y
he estado tan ocupado que la verdad había olvidado que tenía un blog.
La gran noticia que me regresa a estos lares digitales es:
¡Me voy a casar!
No sé si estoy nervioso o no, la verdad es que me gustaría
estarlo porque todo el mundo se la vive preguntándome eso. La verdad es que me
encuentro más confuso que nervioso. Confuso porque lo que se deja venir al
frente es una gran neblina, nunca pensé que me casaría, de hecho siempre
imaginé mi vida como el tío soltero que muere viejo y solo… aparentemente la
visión ha cambiado.
El futuro siempre es incierto, pero hay días en los que lo
es más que otros. Hoy, entre reflexiones que no me dejan dormir me permito
dejar de pensar en lo que no sé para intentar centrarme en lo que sí sé.
Aquella mujer que, a menos de dos meses será mi esposa, sigue siendo un enigma
en muchos aspectos para mí, un desafío y un consuelo… a veces una lata, pero
una lata hasta cierto punto agradable.
Ya no puedo imaginar mi mundo sin ella, en las buenas y en
las malas ella está ahí.
Siento que el mundo está cambiando, aunque el que en
realidad está cambiando soy yo. Me da miedo pensar en no ser lo que en algún
momento soñé ser, pero me alivia el saber que hay alguien que me sigue dando
ánimos a pesar de mi eterna melancolía… que poco a poco ha dejado de ser tan
eterna gracias a ella.
Estamos a punto de aventarnos a un mar inmenso, y no sé si
sé nadar… supongo que en el chapuzón lo descubriremos.
Trataré de pararme por aquí más seguido… mi manera de
escribir ha ido decayendo con la falta de práctica pero espero poder corregir
eso.
Para finalizar dejaré aquí el primer dibujo digital que hice con mi Bamboo nueva.
Cada cierto tiempo tiendo a deprimirme. ¿Por qué? No lo sé, sólo me pasa.
A veces creo que dentro de los animales hay cierto instinto que hace que los más aptos sobrevivan y los débiles se mueran. Algo parecido a la selección natural pero codificada en el cerebro. Algo así como el peregrinar de los Lemmings al mar donde se van a morir cuando ya son demasiados. Algo así siento que me pasa.
La conciencia global que hace que se despierte el instinto suicida en los suicidas, en una especie que vive en sobrepoblación. El instinto que intenta regular ese exceso de individuos.
No sé por qué, pero desde hace muchos años tengo pequeñas depresiones cíclicas. Las vivo dos o tres veces al año desde que estaba en la prepa. A veces pienso que es el instinto de preservar el equilibrio de la población el que lleva a las personas a perder la idea de la autoconservación.
Hay días en los que pienso que si hubiera una selección dentro de la especie, yo sería uno de los que se quedan atrás.
La verdad no creo ser especial. Soy uno más dentro de la estadística poblacional, lo único es que durante toda mi vida he tenido más suerte que pericia.
No me considero una persona inteligente, audaz o sobresaliente. Sólo soy un afortunado más.
Ahora, solamente repito lo que ya dije: Cada cierto tiempo tiendo a deprimirme. ¿Por qué? No me importa...
Ya se me está haciendo costumbre el dejar de escribir sobre
las cosas importantes que acaecen en mi existencia. Esta vez no es por falta de
ganas, más bien es por falta de tiempo. Afortunadamente me he dado un receso
del montón de cosas que estaba haciendo y decidí que era tiempo de escribir
algo que a futuro me recuerde lo que estaba pasando en este espacio y en este
tiempo.
El año pasado filmamos dos documentales. El primero fue con
el tema del Centro Histórico y por el momento vamos a dejarlo descansar porque
ya dio todo lo que estaba destinado a dar. El segundo fue sobre La Ofrenda
Monumental de Tepotzotlán. Éste último es el que debe llamar nuestra atención
ahora porque después de largos meses de trabajo prácticamente artesanal para
mejorar la imagen, por fin el producto está listo para exhibirse. El documental
“No hay tradición más latente…” recibió sus últimos retoques y solamente es
cuestión de terminar el menú del dvd para ponerlo a disposición de todo
festival que de él quiera hacer uso.
No es porque sea mi documental, pero la verdad es que en la
proyección más reciente, que se realizó en la azotea de la casa de un amigo, pude
ver que realmente avanzamos mucho en comparación al documental anterior. Lo que
me llena de alegría ya que, como lo escribí hace mucho tiempo, fue un trabajo
de dos personas. Mirna y yo. Entre los dos levantamos imagen, nos matamos de
hambre y estuvimos al pie del cañón con tal de tener un material digno de
compartirse. Es un alivio que al final de toda la producción y la casi
interminable post-producción, ya tengamos un documental mejor elaborado y con
una madurez superior al primero. Fue una gran suerte el contar con el apoyo de
la que hoy es mi prometida para realizar este documental y sacarlo adelante.
Trailer: No hay tradición más latente…
Otra de las cosas geniales que han pasado en este tiempo que
no he publicado nada es el hecho de que me voy casar. Era obvio después de
haber escrito que Mirna es mi prometida. Va a ser interesante compartir una
vida juntos, será de esas aventuras que duran hasta que uno se muere. Esa es la
idea.
Creo que por el momento es todo lo que necesito decir. Ya habrá
tiempo de sobra para contar de mi nueva faceta como profesor y los nuevos
planes como guionista, director, editor de un nuevo documental. Espero contar
con el apoyo de más personas, pero si no lo tengo, al menos sé que entre dos
podemos hacer magia.
Experiencia.
Recuerdo que hace algunos años… de hecho, hace muchos años, no sabía cómo
prender una computadora. Literal, a mis 18 años no tenía idea de cómo
prenderla, a pesar de haber tenido clases de computación en la primaria, en la
que llegábamos a picarle a MS-Dos, pero realmente no entendíamos lo que
hacíamos, sólo seguíamos las instrucciones del profesor que repetía lo que leía
de un manual. Eso con respecto a las dos clases de computación que tuve en la
primaria. En la secundaria, en el último año, tuve clase de computación,
nuevamente, pero realmente no entendí qué demonios hacíamos… volvimos escuchar
un profesor que repetía lo que venía en un manual y bla bla bla. Por cierto, en
ambas clases, cuando llegábamos al salón de cómputo las máquinas ya estaban
encendidas, así que sólo teníamos que sentarnos a teclear como autómatas.
Regresando
al tema. A mis 18 años no tenía ni idea de cómo prender una computadora. Un
compañero tenía que ayudarme con eso, así que a veces pasaba minutos eternos
frente a las computadoras de la prepa tratando de entender cómo funcionaba esa
cosa infernal… Tengo que aceptar que me costó trabajo entender al principio que
si le picas un botón al CPU la máquina inicia, que el sistema operativo se
carga solo y que el ratón te permite seleccionar y arrastrar.
Ahora manejo
una computadora como si hubiera nacido con ella y cuando pienso en la manera en
que comencé, con miedo y nervios, no puedo más que reírme de mí mismo, en
serio. Pero es bueno reírse de uno de vez en cuando.
¿A qué viene
todo esto?
Pues que al
igual que comencé desde cero con esto de las computadoras, también comencé de
cero con esto de los documentales, la producción y el cine.
No soy un
experto, para eso necesito años, pero al menos voy paso a paso haciendo que
este ideal se vuelva realidad.
Acción. El
año pasado, un grupo de idealistas nos juntamos para realizar una carpeta de
producción para entrar a un concurso en el que, de ser seleccionados,
realizaríamos un documental.
Manos a la
obra. Hicimos la carpeta, fuimos seleccionados y realizamos un corto documental
que ha sido exhibido en varias partes de la República Mexicana. Fuimos
invitados al Festival Internacional de Cine de Guadalajara. Presentamos el
documental en pantalla grande en un Cinépolis de Guadalajara, tuvimos ronda de
preguntas y respuestas, sentimos el interés y la emoción de la gente que vio el
documental. Hemos estado moviendo el producto entre diversos festivales y hasta
el momento no nos han rechazado en ninguno.
Reacción.
Gracias a esa experiencia, tuve la oportunidad de hacer amigos y pasarla muy
bien. Pero además de eso, tuve la oportunidad de ampliar mis conocimientos en
cuanto a la producción audiovisual. Viendo, pude aprender las bases de la
corrección de color, la composición, la musicalización, la escritura de un
guión y prácticamente toda la preproducción. A partir de ese momento tuve más
confianza en lo que soy y lo que hago. Soy productor audiovisual y hago
documentales.
Continuación.
Gracias a nuestro documental tuve la oportunidad de tomar un curso de After
Effects y aprender las bases de la post-producción.
Siempre me
he considerado un autodidacta. Sólo necesito conocer las bases de algunas cosas
para comprenderla y eventualmente dominarla. Lo hice con Photoshop, Flash,
Premiere, Vegas, Audition, Final Cut y muchos otros programas y plataformas de
edición que tuve que aprender sin que alguien estuviera ahí conmigo
enseñándome, por eso hay muchas cosas que me falta aprender, pero hay muchas
otras que domino a la perfección. No digo que las cosas se me faciliten, al
contrario, sudo sangre cada vez que tengo que aprender algo nuevo, pero no
puedo quedarme con el “no sé, no puedo, a mí no me corresponde, no tengo por
qué aprender eso” y dejar las cosas ahí.
Todo esto me
lleva a lo siguiente. ¿Qué estamos haciendo después de haber hecho el documental?
Personalmente creo importante continuar con la labor documental, la producción,
y seguir presente con un producto nuevo que nos haga permanecer, aunque sea en
un nivel muy bajo, en la esfera cinematográfica.
Justo después
de terminar el primer documental, alguien se contactó con nosotros para hacer
otro documental. Lo hablamos, decidimos que era factible y creí que el equipo
completo estaba dispuesto a continuar unido para el siguiente proyecto.
Desafortunadamente no fue así, lo cual, no lo voy a negar, me da mucho coraje.
Pero más coraje me da el hecho de que alguien en particular se levante el
cuello y se jacte de ser cineasta y se llene la boca de palabras sin haber
sacado un producto final aparte del que ya hicimos.
Más de la
mitad del equipo ya tiene un producto nuevo, ya tenemos algo que nos indica que
la experiencia nos dio continuidad en el área. No somos personas de palabras,
somos gente de acción, y por esa razón me irrita un poco que alguien que se ha
dedicado a hablar y hablar de lo buen cineasta que es, no tenga un proyecto
comenzado siquiera.
Reflexión.
Al final me molesta esa situación, pero me molesta porque me importa. Si fuera
cualquier hijo de vecina me importaría un reverendo pepino si alguien dice o
deja de decir. Pero no, es un compañero, un camarada… hasta cierto punto es
incómodo.
Conclusión. Nada
podemos hacer por él o por los demás que no quisieron estar en este proyecto.
La invitación se hizo y al final terminamos siendo un equipo de dos que no
puede confiar en nadie más que ellos dos para tener un resultado.
Al final
tenemos otro documental. Ya lo mandamos a preselección para DOCSDF y esperamos
que supere al anterior. Al menos las primeras impresiones nos dicen eso. Lo
cual me hace muy feliz porque si dos personas pueden superar el trabajo de
cinco, entonces estoy trabajando con la persona indicada y estamos haciendo un
dueto que cada uno vale por dos.
Aquí
presento el trailer, resultado del trabajo de dos documentalista.
Mirna
Arriazola fungió como Productora, Contacto Institucional, Camarógrafa, Iluminista
y Jala Cables.
Gustavo
González disque fue Guionista, Director, Camarógrafo, Editor, Musicalizador y
Chofer.
He estado pensando durante largo tiempo qué es lo que voy a escribir. ¿Qué es lo que quiero escribir y cómo lo voy a escribir?
Cuando recién abrí este blog, hace ya más de siete años, apelaba mucho a la nostalgia. Escribía sobre las cosas que nunca fueron, que no quisieron o no pudieron ser. Prácticamente todos mis escritos de antes del 2008 se fueron al carajo por un error, y la verdad me duele porque tenía cosas muy buenas.
Quisiera decir que con el tiempo he ido puliendo mi manera de escribir, pero la verdad siento que con el tiempo voy escribiendo peor. Solía tener un estilo que ya no veo en mis posts actuales… de hecho ya sentía esto desde mucho tiempo antes… y me di cuenta de eso justo después de haber entrado a la carrera. Quise escribir como periodista, investigador, científico social… pero no soy nada de lo anterior y menos puedo escribir como alguno de los anteriores. Yo era un mentiroso, un cuentacuentos que veía en cada esquina la oportunidad de desarrollar una elaborada falacia para el entretenimiento personal. Pero ahora ya no veo esos cuentos, no sé si es porque se fueron o porque realmente perdí la capacidad de verlos… el caso es que para mí ya no está ahí.
Hace un par de días me encontraba pensando, precisamente, en todos los pasos que habían llevado a que estuviera en este momento, en este lugar en el espacio y en el tiempo. Todas las decisiones, independientemente si eran correctas o incorrectas, al final todas ellas habían desembocado en el Yo del aquí y del ahora.
Si no hubiera ido a una escuela religiosa seguramente no tendría el bagaje cultural que muchos católicos/cristianos ya quisieran, al menos para saber por qué celebran ciertas fechas o por qué realizan ciertos ritos. También tengo que decir que de no ser por esa escuela lo más seguro es que ni siquiera hubiera entrado a la universidad.
Mucho tiempo me lamenté el hecho de que no me hubieran elegido en el Instituto Mexicano de la Radio para laborar con ellos en el área de producción, en ese momento no me di cuenta pero de haberme quedado ahí, lo más seguro es que nunca hubiera realizado un documental que anda dando la vuelta a la República Mexicana… si tan solo me diera también algo para comer entonces sería un 10 perfecto… pero no hay perfecciones en esta vida.
Básicamente todo culmina con el documental. Podría decir que si hubiera hecho tal o cual cosa o si no hubiera ocurrido X o Y situación no hubiera culminado en el documental que tengo al día de hoy. Pero hay un apartado especial en mi vida que me alegra que haya pasado. Si mi novia anterior no me hubiera terminado al darse cuenta de que soy la peor persona de la galaxia no hubiera llegado a mi vida la mujer más increíble que he conocido, no hubiera viajado a muchos lados que no tenía pensado viajar y no hubiera hecho muchas de las cosas que hasta ahora he hecho… incluido el documental… y básicamente no sería un ente feliz la mayor parte del tiempo.
Ahora, básicamente mi malestar es el hecho de que mis recursos económicos caminan por la tierra de los números rojos y ningún documental me va a dar de comer, va a pagar el teléfono o me va a servir para comprar un boleto del metro…
Todo se vuelve un círculo vicioso. Sin un trabajo remunerado no puedo invertir en producción, sin inversión no hay trabajo, sin trabajo no hay ganancia y sin ganancia no hay dinero.
La moraleja del cuento es que no se puede vivir del cine cuando eres un don nadie.
Me quedo con la frase que Krusty le dice a Bart cuando están subastando sus cosas: ”De qué sirven los sueños si no tienes la pasta para sustentarlos”.